Es la luna de mis sueños...
blanca en su manto oscuro,
perlada y brillante en lo alto,
estrella que el cielo tuvo.
Luna de mis desvelos,
testigo de mi caminar,
entre oscuros pasillos negros,
solo tu luz los hizo aclarar.
Luz que ilumina mis largas noches,
farolillo que dios empuña,
para alumbrar las noches frías,
cuando el sol duerme en cuna.
Luna testigo de amores,
en rincones escondidos,
que alumbraste besos robados,
de cariños casi prohibidos.
Eres la luna de mis poemas,
bajo la que siempre caminé,
cuando la niebla quiso empañarte,
yo siempre te esperé.
Y si no apareces esta noche,
no he de preocuparme demasiado,
volverás pronto y no haré reproches,
porque los mejores poemas tú me los has dado.
Miraba a las estrellas y las envidiaba,
porque en su trayecto eran capaces algunas de volar,
surcar el cielo de lado a lado,
siendo para los mortales motivo para desear.
Las contaba una a una entristecida,
admirando su lus resplandecinete,
viendo que jugaban las unas con las otras,
mientras ella sola en lo alto se siente.
Suspiraba por descolgarse con ellas,
por poder formar figuras y constelaciones,
ser guía y compañera,
ser lucero para los pequeños pescadores.
¡Qué soledad tan inmensa!
tan grande como ese firmamento,
ese manto lleno de estrellas que tanto admira,
cuando ella es la más bella en todo momento.
Luna que en tus sueños deseas,
convertirte en estrella fugaz,
para mí eres la grandeza del firmamento,
eres luz y eres paz.